TEXTOS PARA MEDITAR

TEXTOS PARA MEDITAR
En esta sección irán apareciendo distintos textos, poesías, pensamientos de autores conocidos,... que nos pueden ayudar a reflexionar un poco y a meditar sobre nuestro comportamiento como cristianos.

domingo, 29 de agosto de 2010

LA SEÑAL DE LA CRUZ

Como este gesto vuelve con frecuencia en mi jornada, tengo el peligro de hacerlo sin prestarle
la atención que se merece. Sin embargo es precioso por su historia, por su significado y por
su poder. Es la señal de mi fe; muestra quién soy y lo que creo. Es el resumen del Credo. Es la señal de mi agradecimiento. Tengo que hacer con amor y emoción este gesto que me recuerda que Jesús ha muerto por mí. Es la señal de mi intención de obrar, no para la tierra, sino para el Cielo. Al hacerla, y pronunciando estas misteriosas palabras -"EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO" me comprometo a obrar:
• en el nombre del Padre que me ha creado,
• en el nombre del Hijo que me ha redimido,
• en el nombre del Espíritu Santo que me santifica.
En una palabra: a actuar como hijo o hija de Dios.
Este signo es la señal de la consagración de toda mi persona.
Al tocar mi frente: rezo a Dios todos mis pensamientos.
Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón.
Al tocar mi hombro izquierdo: le ofrezco todas mis penas y preocupaciones.
Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.
La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias. Debo considerarla como la
mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes.
Es una bendición. Si me emociona ser bendecido por el Papa, por un obispo, ¡ cuánto más ser bendecido por el mismo Dios !. Señor, concédeme la gracia de hacer de mi
señal de la cruz un "Heme aquí" motivador para la oración, para la acción, para mi día entero;
así como una poderosa llamada de las bendiciones del cielo sobre mí.

domingo, 22 de agosto de 2010

¿PODRÍAS VENDERME UNA HORA DE TU TIEMPO?

La noche ya había caído. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos para no quedarse dormido; el motivo bien valía la pena: estaba esperando a su papá. Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente. Cuando se abrió la puerta, el niño se incorporó, como impulsado por un resorte, y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:
-Papi, ¿cuánto ganas por hora?- dijo con los ojos muy abiertos.
El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:
-Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe; no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.
-Sí papi. Sólo dime cuánto te pagan por una hora de trabajo- reiteró suplicante el niño.
Tenso, el padre apenas abrió la boca para decir:
-Cuarenta euros.
-Papá, ¿podrías prestarme veinte euros?- preguntó el pequeño.
El padre se enfureció, tomó al pequeño del brazo y con tono brusco le dijo:
-Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?. ¡Vete a dormir y no sigas fastidiando, avaricioso egoísta!.
El niño se alejó tímidamente, y el padre, al meditar lo sucedido, comenzó a sentirse culpable: tal vez necesita algo, pensó; y queriendo descargar su conciencia, se asomó a la habitación de su hijo y con voz suave le preguntó:
-¿Duermes, hijo?.
-Dime, papi- respondió entre sueños.
-Aquí tienes el dinero que me pediste.
-Gracias papi- susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arrugados-. ¡Ya lo tengo, lo conseguí!- gritó jubiloso-; ¡tengo cuarenta euros!. Ahora, papá, ¿podrías venderme una hora de tu tiempo?.
Regálame la salud de un cuento (J.C. Bermejo)

DEBEMOS TENER

DEBEMOS TENER ...
La suficiente alegría para ser siempre amables.
Los suficientes problemas para ser fuertes.
Las suficientes pensas para ser humanos.
La suficiente esperanza para ser felices.
Los suficientes fracasos para ser humildes.
El suficiente éxito para ser entusiastas.
Los suficientes amigos para confortarlos.
El suficiente dinero para cubrir nuestras necesidades.
El suficiente entusiasmo para seguir adelante.
La suficiente fe para vencer la depresión.
La suficiente determinación para hacer que cada día sea mejor que el anterior.
Y el suficiente deseo de ser un poco más feliz cada día.
Reglas para ser feliz (E. Gil)

martes, 17 de agosto de 2010

¿CÓMO CRECER?

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor, o puedes marchitarte en tu propia condena...

Cuentos para pensar (Jorge Bucay)

viernes, 13 de agosto de 2010

HACERLE UN SITIO A DIOS

Me levanté temprano una mañana,
y me lancé a aprovechar el día.
Tenía tantas cosas que hacer,
que no tuve tiempo para rezar.
Se me amontonaron los problemas
y todo se me volvía cada vez más difícil.
“¿Por qué no me ayuda Dios?”, me preguntaba.
Y Él me respondió: “No me lo has pedido”.
Quería sentir la alegría y la belleza,
pero el día continuó triste y sombrío.
Me pregunté por qué Dios
no me las había dado.
Y Él me dijo: “Es que no me lo has pedido”.
Intenté abrirme paso hasta la presencia de Dios,
y probé todas mis llaves en la cerradura.
Y Dios me dijo suave y amorosamente:
“Hijo mío, no has llamado a la puerta”.
Pero esta mañana me levanté temprano
y me tomé una pausa antes de afrontar el día.
Tenía tantas cosas que hacer,
que tuve que tomarme tiempo para orar.

ÚNICOS E IRREPETIBLES

Un maestro estaba explicando en clase los
inventos modernos: “¿Quién de vosotros puede
mencionar algo importante que no existiera hace
cincuenta años?”.
Un avispado rapaz que se encontraba en la
primera fila levantó rápidamente la mano y dijo:
“Yo”.
Efectivamente, él era el mejor y más importante
invento.

Raúl Berza, “Parábolas para una nueva evangelización”,
p. 105