TEXTOS PARA MEDITAR

TEXTOS PARA MEDITAR
En esta sección irán apareciendo distintos textos, poesías, pensamientos de autores conocidos,... que nos pueden ayudar a reflexionar un poco y a meditar sobre nuestro comportamiento como cristianos.

lunes, 31 de octubre de 2011

LA CASA QUEMADA

Un hombre salió de viaje en avión. Era una persona que temía a Dios y sabía que Él lo protegía. Durante el viaje, cuando sobrevolaban el mar, uno de los motores falló y el piloto hizo un aterrizaje forzoso en el océano. Casi todos murieron, pero este hombre consiguió agarrarse a algún resto, lo que le ayudó a mantenerse en la superficie del agua. Permaneció flotando a la deriva durante mucho tiempo, hasta que llegó a una isla deshabitada.
Al llegar a la playa, cansado, pero vivo, le agradeció a Dios su increíble salvación de la muerte. Consiguió alimentarse con peces y hierbas. Cortó algunos árboles y, con gran esfuerzo, construyó una casita. No era propiamente una casa, sino un refugio tosco con palos y hojas. Sin embargo, significaba protección. Quedó muy satisfecho, y una vez más se lo agradeció a Dios, porque allí podía dormir sin miedo a los animales salvajes que tal vez pudiesen existir en la isla.
Un día al terminar de pescar, notó que había cogido muchos peces y se puso muy contento con el resultado. Sin embargo, al volverse en dirección a su casa, ¡cual fue su decepción al verla toda incendiada!
Se sentó en una piedra llorando y diciendo entre lágrimas:
-¡Oh Dios! ¿Cómo es posible que permitas que haya llegado a pasarme esto? Tú sabes cuánto necesito esta casa para poderme refugiar y has dejado que se quemara toda. ¿No tienes compasión de mi?
En el mismo momento, una mano se posó sobre su hombro y oyó una voz diciendo:
-¡Vamos, chaval!
Se volvió para ver quién era el que estaba hablando con él, y cuál no fue su sorpresa cuando vio delante de él a un marinero uniformado que le decía:
-Vamos, chaval, venimos a buscarte.
-Pero ¿cómo es posible? ¿Cómo supieron ustedes que yo estaba aquí?
-Amigo, vimos las señales de humo. El capitán ordenó que el navío parase y me mandó venir a buscarlo en esa barca que está ahí enfrente.
Subieron los dos a la barca, y así el hombre se dirigió hacia el navío que lo llevaría con toda seguridad junto a sus seres queridos.
¿Cuántas veces nuestra casa se quema y gritamos como gritó aquel hombre?
En Romanos 8,28 leemos que “todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios”. A veces es muy difícil aceptar esto, pero es así a pesar de todo. ¡Es preciso creer y confiar!

Abriendo caminos” (I.Vian y A.Colombo)

miércoles, 26 de octubre de 2011

Señor, Señor, Tú antes, Tú después,
Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior;
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa:
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.
Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir;
Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas;
Tú en el beso primero y en el beso proster.
Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera,
Y también en las graves ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
Si sus labios te niegan, yo te proclamaré;
Por cada hombre que duda, mi alma grita “¡yo creo!”
¡y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

(Amado Nervo)

ADORA Y CONFÍA

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que,
pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado,
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote,
y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca,
antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda:
cuanto te deprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en el nombre
de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso,
cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía.

Theilard de Chardin

lunes, 24 de octubre de 2011

¿LE BUSCAS? ES QUE LE TIENES

Oirás decir frecuentemente a muchos que no encuentran a Dios.
Pregúntales si le buscan y hasta dónde llega su anhelo de hallarle.
Si le buscan con mucho ahínco, tranquilízalos, porque ya le han encontrado.
El que busca, en efecto, a Dios con ahínco, es porque le ama,
Y el que le ama, ya le posee.

(Amado Nervo)

miércoles, 19 de octubre de 2011

MAÑANA PUEDE SER TARDE

¿Ayer?...¡Eso hace tiempo!...
¿Mañana?...No nos es permitido saber...
Mañana puede ser muy tarde...Para decir que
amas, para decir que perdonas, para decir que
disculpas, para decir que quieres intentar nuevamente...
Mañana puede ser muy tarde...Para
pedir perdón, para decir: ¡Discúlpame, el error
fue mío...!
Tu amor, mañana, puede ser inútil;
Tu perdón, mañana, puede no ser preciso;
Tu regreso, mañana,
puede que no sea esperado;
Tu carta, mañana, puede no ser leída;
Tu cariño, mañana, puede no ser necesario;
Tu abrazo, mañana,
puede no encontrar otros brazos...
Porque mañana puede ser muy, muy tarde!
No dejes para mañana el decir: ¡Te amo! ¡Te
extraño!,¡Perdóname!, ¡Discúlpame! ¡Esta flor
es para ti!, ¡Te encuentras muy bien! No dejes
para mañana Tu sonrisa, Tu abrazo, Tu cariño,
Tu trabajo,Tu sueño, Tu ayuda...
No dejes para mañana el preguntar: ¿Puedo
ayudarte? ¿Por qué estás triste? ¿Qué te pasa?¡
Oye!...ven aquí, vamos a conversar.
¿Dónde está tu sonrisa?¿Aún me das la oportunidad?
¿Percibiste que existo?¿Por qué no
empezamos nuevamente? Estoy contigo. ¿Sabes
que puedes contar conmigo?¿Dónde están
tus sueños?
Recuerda: ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde!¡
Busca!, ¡Pide!, ¡Insiste!, ¡Intenta una vez
más!¡Solamente el "hoy" es definitivo!
¡Mañana puede ser tarde...muy tarde!

lunes, 17 de octubre de 2011

LA MIRADA DE JESÚS

En el Evangelio de Lucas leemos lo siguiente:

Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!». Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro... Y Pedro, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.

Yo he tenido unas relaciones bastante buenas con el Señor. Le pedía cosas, conversaba con El, cantaba sus alabanzas, le daba gracias...
Pero siempre tuve la incómoda sensación de que El deseaba que le mirara a los ojos..., cosa que yo no hacía. Yo le hablaba, pero desviaba mi mirada cuando sentía que El me estaba mirando. Yo miraba siempre a otra parte. Y sabía por qué: tenía miedo. Pensaba que en sus ojos iba a encontrar una mirada de reproche por algún pecado del que no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir una exigencia; que había algo que El deseaba de mí.
Al fin, un día, reuní el suficiente valor y miré. No había en sus ojos reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: «Te quiero». Me quedé mirando fijamente durante largo tiempo. Y allí seguía el mismo mensaje: «Te quiero».
Y, al igual que Pedro, salí fuera y lloré.



“El canto del pájaro”, A. de Mello

lunes, 10 de octubre de 2011

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

Un hombre contrató un carpintero para que lo ayudase a arreglar algunas cosas en su hacienda. El primer día del carpintero fue bastante complicado. Se le pinchó una rueda del coche. La sierra eléctrica se le rompió. Se cortó en un dedo. Y al final del día, el coche se negó a arrancar.
El hombre que había contratado al carpintero se ofreció a llevarle hasta su casa. Por el camino, el carpintero no dijo nada. Cuando llegó a su casa invitó a aquel hombre a que entrara a conocer a su familia. Mientras los dos se encaminaban hacia la puerta de entrada, el carpintero se detuvo ante un pequeño árbol y tocó suavemente con las dos manos las puntas de sus retoños. Después de abrir la puerta de su casa, el carpintero se transiguró. Los trazos tensos de su rostro transformaron en una gran sonrisa, y abrazó a sus hijos y besó a su esposa.
Un poco más tarde, el carpintero acompañó a la visita hasta el coche. Mientras pasaban por el árbol, el hombre preguntó:
-¿Por qué tocó usted esta planta antes de entrar en casa?
-¡Ah! Es que éste es mi árbol de los problemas. Yo sé que no puedo evitar tener problemas en mi trabajo, pero esos problemas no deben afectar ni a mis hijos ni a mi esposa. Por eso todas las noches cuando llego a casa dejo mis problemas en este árbol, y los recojo al día siguiente. Y ¿quiere saber una cosa? Cada mañana cuando vuelvo a buscar mis problemas, se han reducido a la mitad de lo que yo recuerdo haber dejado la noche anterior.

“Abriendo caminos” (I.Vian y A.Colombo)