Yo quería leerles el testimonio de Van Thuan, un obispo vietnamita que estuvo muchos años encarcelado a causa de la fe… "Cuando me encarcelaron en 1975 me vino una pregunta angustiosa: "¿podré celebrar la Eucaristía?" Van Thuan explicó que, dado que al detenerle no le consintieron llevarse ninguno de sus objetos personales, al día siguiente le permitieron que escribiera a su familia para pedirles bienes de primera necesidad… Y él escribió: "Por favor, enviadme algo de vino como medicina para el dolor de estómago". Entre las ropas escondieron también algunas formas. …"No podré expresar nunca mi alegría: celebré cada día la Misa con tres gotas de vino y una de agua en la palma de la mano; cada día pude arrodillarme ante la cruz con Jesús; beber con él su cáliz más amargo y cada día, al recitar la consagración, confirmé con todo mi corazón y con toda mi alma un nuevo pacto eterno entre Jesús y yo a través de su sangre mezclada con la mía. Fueron las misas más bellas de mi vida."
Extraído de "Hasta la cumbre", de Pablo Domínguez Prieto.
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