¿No son todos los actos y todas las reflexiones religión?
¿Quién puede separar su fe de sus acciones o sus creencias de sus ocupaciones? ¿Quién puede desplegar sus horas ante sí mismo diciendo: “Esto para dios y esto para mí, esto para mi alma y esto para mi cuerpo”?
Vuestra vida de todos los días es vuestro templo y vuestra religión. Cada vez que en él entréis llevad con vosotros todo lo que tenéis. Llevad el arado y la fragua, el martillo y el laúd. Las cosas que habéis hecho por gusto o por necesidad. Y llevad con vosotros a todos los hombres.
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