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Todos podríamos contar historias de fracasos y puertas cerradas. El problema no está, pues, en si la vida es fácil o difícil, sino en cómo reaccionamos ante los obstáculos. Si un día te cierran una puerta, la solución no es romperte la cabeza contra ella, sino preguntarte si no habrá, al lado de ella y en la misma dirección, alguna otra puerta por la que puedas pasar. En la vida hay que aceptar a veces salidas de emergencia, aunque nos obliguen a dar un pequeño rodeo. Procura, al mismo tiempo, tener siempre encendidas tres o cuatro ilusiones; así, si te apagan una, aún tendrás otras de las que seguir viviendo. Distingue siempre entre tus ideales y las formas de realizarlos. Aquéllos son intocables, éstas no. Aprende en la vida a ser terco y tenaz, pero no confundas la tenacidad con la cabeza dura. No cedas en tus ideas ni en tus convicciones, pero no olvides que una verdad puede decirse de mil maneras. Y cuando llegue una ola que es más fuerte que tú, agáchate, déjala pasar, espera. Y luego sigue nadando.
“Razones para la amor” (José Luis Martín Descalzo)
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