Un maestro estaba explicando en clase los
inventos modernos: “¿Quién de vosotros puede
mencionar algo importante que no existiera hace
cincuenta años?”.
Un avispado rapaz que se encontraba en la
primera fila levantó rápidamente la mano y dijo:
“Yo”.
Efectivamente, él era el mejor y más importante
invento.
Raúl Berza, “Parábolas para una nueva evangelización”,
p. 105
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