![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFklyYwauV_nC8Jm8wdbqJA_lP6tcVssQBdCK3WTZepNNuW4LW90J4G5g1XLEoe602QFJzCvgbZIN_tr418RltrH6G6bRAZQ_fyC0IZJhB03g_fg7DXAZFhY28Fx5RlcRWUz6kbkZWKs7p/s320/images.jpg)
De pronto, inesperadamente nos dijo: "Suelo llorar en mi corazón, pero a veces también lloro externamente. Yo sé que Cristo está aquí presente, a mi lado." Y se puso a rezar alabando a Dios según la costumbre de los coptos ortodoxos.
Nos preguntábamos: ¿De dónde saca esta mujer la confianza? Más tarde pudimos constatar que era una mujer de oración. Había desarrollado en ella una profunda vida interior y una profunda comunión con Cristo. Adjesbush comprendía que su sufrimiento no venía de Dios. Sabía que Dios no era el autor de sus desgracias y sus penas.
Como si siguiera en oración, comentaba nuestra visita y sus palabras nos resultaron un canto. Decía a Dios: "Es Navidad y han venido a verme. Es el día de Navidad y no se han quedado en su casa, han venido a la mía".
Con mucha sorpresa, comprendimos que los pobres irradian una luz de evangelio única.
(Hermano Roger de Taizé, Dios sólo puede amar", PPC, 2002)
No hay comentarios:
Publicar un comentario