TEXTOS PARA MEDITAR

TEXTOS PARA MEDITAR
En esta sección irán apareciendo distintos textos, poesías, pensamientos de autores conocidos,... que nos pueden ayudar a reflexionar un poco y a meditar sobre nuestro comportamiento como cristianos.

viernes, 25 de febrero de 2011

DAR MÁS QUE RECIBIR

Abramos nuestros brazos para ofrecer alegría y felicidad. Somos más felices cuando damos que cuando recibimos. Las personas más felices son aquellas que piensan más en los demás que en sí mismas. Porque la esencia del ser humano es entrega y donación. Enseñemos a nuestras manos a hacer el bien; a nuestros pies a que caminen hacia los que necesitan ayuda; a nuestros labios a que pronuncien palabras de aliento y consuelo; a nuestros ojos a que miren con compasión y dulzura a los que se sienten solos. El hombre que llega a vivir en sí mismo estas sensaciones sabe que está en el camino recto para ser feliz. Así como hay técnicas y caminos para alcanzar éxitos en la economía de mercado lo mismo sucede en el interior del hombre para alcanzar el éxito de ser feliz. Dar amor, confianza, ayuda, una sonrisa... es el camino de la felicidad.

Reglas para ser feliz (E. Gil)

miércoles, 23 de febrero de 2011

LA PUERTA CERRADA

Son millones los seres humanos que nacieron para una cosa y se ven empujados a hacer otra. Millones los que han visto cerrar ante sus narices la puerta de sus sueños. ¿Qué hacer entonces? ¿Romperse la cabeza contra la puerta que nos han cerrado? ¿Pasarse la vida llorando por la ilusión perdida?. Recuerdo hacer oído una frase de Juan XXIII que me marcó profundamente: “Es signo de los mejores servidores de Dios el estar haciendo algo diferente de aquello a lo que se sentían llamados”.
Todos podríamos contar historias de fracasos y puertas cerradas. El problema no está, pues, en si la vida es fácil o difícil, sino en cómo reaccionamos ante los obstáculos. Si un día te cierran una puerta, la solución no es romperte la cabeza contra ella, sino preguntarte si no habrá, al lado de ella y en la misma dirección, alguna otra puerta por la que puedas pasar. En la vida hay que aceptar a veces salidas de emergencia, aunque nos obliguen a dar un pequeño rodeo. Procura, al mismo tiempo, tener siempre encendidas tres o cuatro ilusiones; así, si te apagan una, aún tendrás otras de las que seguir viviendo. Distingue siempre entre tus ideales y las formas de realizarlos. Aquéllos son intocables, éstas no. Aprende en la vida a ser terco y tenaz, pero no confundas la tenacidad con la cabeza dura. No cedas en tus ideas ni en tus convicciones, pero no olvides que una verdad puede decirse de mil maneras. Y cuando llegue una ola que es más fuerte que tú, agáchate, déjala pasar, espera. Y luego sigue nadando.

“Razones para la amor” (José Luis Martín Descalzo)

lunes, 21 de febrero de 2011

CAMBIAR YO PARA QUE CAMBIE EL MUNDO

De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: “Señor, dame fuerzas
para cambiar el mundo”. A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: “Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho”. Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo”. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida. Todo el mundo piensa en cambiar la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo.

Anthony de Mello. “El canto del pájaro”, p. 195

viernes, 18 de febrero de 2011

QUIEN TIENDE LAS MANOS

Quien tiende las manos, quien da calor,
y quien no pide nada, sabe de amor.
Quien cada mañana saluda alegre al sol,
quien es fuerte, quien vive, sabe de amor.
Quien no se retira, quien cuida el calor,
quien no cierra las puertas, sabe de amor.
Quien siempre espera del otro lo mejor
y quien nunca se cansa, sabe de amor.
Quien tiene en su vida sólo una obsesión,
quien acoge las cargas, sabe de amor.
Quien tiene escondida su fuerza en una cruz,
es que ha recibido de Dios la luz.
Quien fuerte proclama que Dios es Salvador
es que ha conocido que Dios es Amor.

miércoles, 9 de febrero de 2011

LAS TRES REJAS

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice a éste: -Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera!- le interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?.
-¿Las tres rejas?- preguntó el discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?.
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?.
-No, en realidad no. Al contrario.
-¡Ah, vaya!. La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?.
-A decir verdad, no.
-Entonces- dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Regálame la salud de un cuento (J.C. Bermejo)

miércoles, 2 de febrero de 2011

COMPADECER CON LAS MANOS

Como dice el cardenal Hume, “algunos sufren tanto, que no pueden creer que haya alguien que les ama”. El dolor es la cortina negra que impide a muchos ver a Dios. Y no podemos ignorar este llanto. Todas las miserias nos conciernen. A veces me pregunto si Dios no debería concedernos a todos los humanos un don, un don terrible. Concedérnoslo una sola vez en la vida y sólo durante cinco minutos: que una noche se hiciera en todo el mundo un gran silencio y que, como por un milagro, pudiéramos escuchar durante esos cinco minutos todos los llantos que, a esa misma hora, se lloran en el mundo; que escucháramos todos los ayes de los hospitales, todos los gritos de las viudas y los huérfanos, experimentar el terror de los agonizantes y su angustiada respiración, conocer la soledad y el miedo de todos los parados del mundo, experimentar el hambre de los millones de hambrientos por cinco minutos, sólo por cinco minutos. ¿Quién lo soportaría? ¿Quién podría cargar sobre sus espaldas todas las lágrimas que se lloraran en el mundo esta sola noche?.
De todos los crímenes que se cometen en el mundo, el más grave es el desinterés, la desfraternidad en que vivimos. Los que sufren piensan sólo en su dolor personal. Los que no sufren no llegan ni a enterarse de que el mundo es un formidable paraíso de dolor. Hasta la compasión la hemos empequeñecido. No se trata de no poder dormir pensando en la gente que sufre; se trata de no saber vivir sin estar al lado de los que sufren. Compasión quiere decir padecer con. No se puede reducir a un calorcillo en el corazón, sino a una mano que ayuda o a una mano que abraza. La falsa compasión es la de las mujeres que lloraban camino de la cruz. La verdadera, la del Cirineo, que ayudó a llevarla. Sólo una humanidad de cirineos hará posible que quienes sufren lleguen a descubrir que Alguien les ama.

“Razones para la amor” (José Luis Martín Descalzo)