TEXTOS PARA MEDITAR

TEXTOS PARA MEDITAR
En esta sección irán apareciendo distintos textos, poesías, pensamientos de autores conocidos,... que nos pueden ayudar a reflexionar un poco y a meditar sobre nuestro comportamiento como cristianos.

lunes, 20 de diciembre de 2010

NAVIDAD 3: DIBUJOS PARA COLOREAR

Seguro que a los peques (y a los no tan peques) les gusta encontrar un tiempo en las vacaciones de Navidad para colorear. Aquí van algunos motivos navideños para entreternos.





NAVIDAD 2: LA HISTORIA DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

Estamos en un de las épocas más lindas del año: Invierno y por consiguiente navidad, la venida de Cristo al mundo, los preparativos, y el famoso árbol de navidad. Todos queremos colocarlo en casa y adornarlo con esferas y luces, pero ¿ qué significado tiene nuestro árbol de navidad?.
Cuenta la historia germana, que el árbol sostenía al mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol. Era un símbolo de vida, porque a pesar de los duros inviernos, éste no perdía su follaje y verdor. De acuerdo a las diferentes culturas, la significación del árbol de navidad es muy variada. Aunque los primeros documentos que nos hablan del árbol de navidad son del siglo XVII en la región de Alsacia, y en el siglo XVI se tiene indicios que en los países nórdicos se empiezan a reunir familias en torno a un árbol de navidad. Mientras que los niños el día 24 eran llevados a pasear, a su regreso éstos eras sorprendidos con un árbol muy bello y decorado, así daba inicio el festejo de navidad.
El árbol de navidad es un signo muy especial, en primer lugar se asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio del Jardín del Edén y después de la caída desaparece; la fruta y las decoraciones nos recuerdan las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios.
Después viene otro simbolismo por el nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo.
Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado paradisíaco que el amor de Cristo nos prepara.
El árbol de Navidad también representa ese árbol que nace y que con el tiempo madurará en un gran árbol del cual saldrá la cruz que tal como nos recuerda la liturgia del Viernes Santo: "Cruz amable y redentora, árbol noble y espléndido, ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor". Podemos decir que de alguna manera el árbol de Navidad nos recuerda la redención. Las luces representan la luz de Cristo en nuestra vida. Y la estrella que en algunas ocasiones se coloca en la punta representa a la estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad.
El árbol de navidad es el conjunto de emociones unidas, en espera de la llegada de nuestro Redentor, quien por amor viene al mundo y recobra a la humanidad en todas las épocas, pero sobre todo en está donde hay calidez humana y fraternidad entre la familia.
Vivir la Navidad es saber que viene Cristo a vivirla con nosotros.

NAVIDAD 1: EL DÍA DE NOCHEBUENA

Quizá la Nochebuena sea un día de ajetreo en tu casa (preparando la cena) o en tu pandilla de amigos (preparando la fiesta nocturna) pero ¿sientes ajetreo en tu corazón ante el acontecimiento gozoso que esta noche vamos a celebrar los cristianos? Quizás has preparado casi todo pero. ¿te has preparado tú? Te recomiendo unos minutos de oración sosegada releyendo el relato evangélico de la Natividad del Señor (Lc 2, 1-20). Termina con esta sencilla poesía:
Niño de mirada tierna,
¡quién pudiera ir a Belén
a verte esta noche buena!
Pero, si naces en mí
Y en todo le que paz desea,
¿por qué envidiar a Belén
si es Belén la tierra entera?
Niño de mirada tierna,
que cuando vaya a Belén
a verte esta Nochebuena,
sean tus divinos ojos
los que me miren y vean
Y cuando llegue a Belén
A verte esta Nochebuena,
¿qué te podré yo llevar
Niño de mirada tierna?
No sé, ¡si no tengo nada,
nada que valga la pena,
nada que pueda ofrecerte
si no es mi propia pobreza!
Pues eso te llevaré,
Este montón de indigencias
que llenan mi corazón
entre alegría y penas;
mis pequeñas alegrías
y mis pequeñas tristezas,
porque, aunque tú eres tan grande,
amas las cosas pequeñas.

ADVIENTO 12: LA VENIDA GLORIOSA DEL SEÑOR

El adviento no sólo es preparación para la venida; él mismo es Venida, Advenimiento. La conmemoración de la venida humilde hace esperar la gloriosa, y no sólo esperarla, sino celebrarla. La liturgia y especialmente la Eucaristía, hace presente todos los misterios de Cristo. No sólo los ya realizados históricamente (nacimiento, pasión, muerte, resurrección), sino el último no realizado aún: la venida gloriosa. En la profesión de fe de cada domingo decimos que "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos". En la aclamación de después de la consagración clamamos: "¡Ven, Señor Jesús!". Después del Padrenuestro, en que hemos pedido la venida del Reino, el sacerdote añade:"...mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo". Todos nos quejamos de la superficialidad sentimental de nuestra Navidad. Hacemos el belén con ilusión y lo desmontamos con tristeza, porque no nos ha dejado huella, como las estaciones que se suceden. La Navidad será seria si el Adviento lo ha sido, y el Adviento lo será si nos tomamos en serio la venida del Señor. No con miedo, sino esperándolo como Salvador: "Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación".
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HILARI RAGUER

lunes, 13 de diciembre de 2010

ADVIENTO 11: EL ESPÍRITU SANTO EN EL ADVIENTO

Durante el Adviento no podemos olvidar la presencia del Espíritu Santo que primero actúa profetizando la venida del Mesías, y después, en Jesucristo. En la Encarnación es el Espíritu Santo el que cubre con su sombra a la Santísima Virgen para que sea engendrado el Hijo de Dios. Y es también el Espíritu Santo el que, cada vez que queremos tener a Cristo en nuestra alma, se hace presente para construir en nosotros la presencia, la vida de Cristo. El Espíritu Santo es el Santificador, es el que realiza en el alma la función de dar vida en el Señor. Es Él quien nos aconseja, guía e ilumina, fortaleciéndonos para que el mensaje que la Navidad viene a traer a nuestras almas se pueda cumplir.

En este Adviento, en este camino hacia la Navidad, hacia la presencia plena de Cristo en nuestra alma, no estamos guiados por una estrella, estamos guiados por el Espíritu de Dios Nuestro Señor. Esto tiene que ser para nosotros una grandísima certeza, tiene que darnos una gran paz y una gran serenidad. Sin embargo, exige de nosotros un entrenamiento que consiste en aprender a escuchar lo que el Espíritu Santo va diciendo a nuestra conciencia. Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, guiarnos e inspirarnos. Nuestro corazón debe estar dispuesto a escuchar a Dios, para que este tiempo de Adviento, en el que se produce la mayor alegría para el hombre, que es el encuentro con el Señor, no pase con las hojas del calendario, sino que sea un tiempo que permanezca en el corazón. Con una gran apertura interior, permitámosle al Espíritu Santo hablar, para así poder ir quitando todo aquello que nos impiden tener paz en el alma, junto a Cristo en Belén.
P. Cipriano Sánchez

jueves, 9 de diciembre de 2010

ADVIENTO 10: TRES MIRADAS

En el Adviento celebramos el misterio de la Venida del Señor en una actitud gozosa, hecha de vigilancia, espera y acogida. Nuestra vida se presenta, con asombro siempre nuevo, ante el misterio entrañable de un Dios que se ha hecho hombre. Es este un misterio que el Adviento prepara, la Navidad celebra y la Epifanía manifiesta.
Nuestro Adviento es una mirada hacia atrás, hacia aquel acontecimiento trascendental para vivirlo con toda la intensidad, y celebrar que Dios se ha hecho hombre, que Dios ha entrado en nuestra historia, ha hecho suya nuestra debilidad y nos ha abierto el camino capaz de liberarnos del mal y del pecado.
Nuestro Adviento es una mirada a nuestro entorno para celebrar la venida constante de Dios. Invitados a vivir la venida histórica del Señor para experimentar su venida constante en las personas y los acontecimientos de nuestra vida, en todo lo que comparte nuestra cotidianidad.
Una venida que se hace constante en la oración, cuando le buscamos en el diálogo amoroso y dejamos que Él sea nuestro compañero de camino. O cuando nos reunimos en su nombre, como comunidad creyente y celebramos los sacramentos, que es donde se hace presente de manera más viva el Espíritu de Jesús.
Nuestro Adviento es una mirada a la venida definitiva como horizonte final de nuestra existencia, donde la esperanza proclama que nuestra historia no está condenada al fracaso, sino a compartir con toda la humanidad la vida plena de Dios. Una esperanza alegre y pacificadora que alienta en el camino y anima a la responsabilidad bajo la certeza de que una mano amorosa nos acogerá para eternizar nuestra vida.

ADVIENTO 9: EL ADVIENTO INTERIOR

Vivir el Adviento no es fácil. Para muchos apenas adquiere relevancia, ni la palabra en sí y mucho menos su contenido. Apenas una suma pequeña de domingos que nos conduce a la Navidad.
Es necesario reivindicar el sentido pleno del Adviento como actitud cristiana fundamental: esperar a Dios y esperarlo en Jesús; creer en su venida progresiva, misteriosa pero real, a nosotros, al mundo.
El Adviento todos los años nos exhorta a considerar el prodigio de la Venida del Señor. Pero nos recuerda también que su sentido sólo puede adquirir su plenitud si el Redentor no viene sólo para la humanidad en su conjunto, sino para cada uno de nosotros en particular: en sus alegrías y miserias, en sus convicciones, perplejidades y tentaciones, en todo lo que constituye su ser y su vida. Descubrir desde lo hondo de nuestras conciencias que Cristo es mi Redentor y viene a mi vida, es ponerse en el camino de Adviento.
El auténtico Adviento procede del interior. Del interior del corazón creyente del hombre y, sobre todo, de la hondura del amor de Dios. Debemos preparar el camino a su Amor y descubrir formas nuevas que nos pongan en disposición de recibir "al Salvador de Dios". De nuevo volverá a tener vigencia y sentido este bello deseo y oración: "Ven, Señor Jesús".
FELIPE BORAU
DABAR 1990, 2

martes, 7 de diciembre de 2010

ADVIENTO 8: POEMA

«Cuando venga mi Hijo,
me callaré.
Si él es la Palabra
yo ¿qué?...
Belén está ya cerca,
casi se ve.
Se acaba la tarea
que comencé.
Porque cuando en mis brazos
nacido esté,
el "hágase" que dije
repetiré.
Y ya no diré nada.
Ya ¿para qué?
Si él es la Palabra me callaré».
JL. M. DESCALZO

ADVIENTO 7: PROGRAMAR EL ADVIENTO

Tu Adviento debería orientarse y programarse así:
--ORA. Repite apasionadamente, como la esposa, el «Ven, Señor Jesús», o el «Venga a nosotros tu Reino»; levanta tus manos suplicantes y tu corazón en vela. Céntrate en las grandes figuras de Adviento, como Juan el Bautista. Y, sobre todo, no dejes de fijarte en María, la que culmina todas las esperanzas de los hombres.
--VIGILA. «Estad en vela». Se nos cierran muchas veces los ojos por el sueño o el embotamiento. Puede que venga el Señor y no nos enteremos. Vivimos demasiado superficial y distraídamente, y así no hay posibilidad de Adviento. Pues «ya es hora de espabilarse».
--TRABAJA. Pon tus manos, tu corazón y tus talentos al servicio del Reino. Dios quiere valerse de nosotros para hacerlo realidad. Y trabaja también en ti mismo, en tu propia renovación, para llenarte de ideales y compromisos.
--CONFÍA. Con un talante escéptico o resentido, o amargo y pesimista, nada se puede construir. Confía. Primero en ti mismo y en tus capacidades. Pero no confíes sólo en ti. Confía, sobre todo, en la fuerza que viene de lo alto. Para Dios todo es posible..
--AMA. Al Rey del amor sólo se le puede recibir con amor, amando. Amando llega más pronto el que se espera. El amor, en definitiva, es la preparación mejor, el camino más recto, para llegar a Belén y celebrar la Navidad.
CARITAS
RIOS DEL CORAZON
ADVIENTO Y NAVIDAD 1992.Págs. 31 s.

viernes, 3 de diciembre de 2010

ADVIENTO 6: LA PODA DEL ÁRBOL

Todos sabemos lo que es la poda, el corte que se hace a los árboles y a las plantas para que rebroten con más fuerza. Es curiosa la imagen de algunos árboles cuyas ramas no sólo parecen, sino que son muy jóvenes, saliendo de un tronco centenario. El conjunto da la impresión de juventud, lozanía, frondosidad y hasta sus ramas son más elásticas para adaptarse a los espacios disponibles o a la fuerza del viento que parece querer romperlas pero no lo consigue, a diferencia de la dureza del viejo enramado que cruje y se desgaja por no poder adaptarse a la corriente del viento ante quien parecen inclinarse, pero no para someterse, sino para resistir mejor. (...).
Así es el Espíritu de Jesús, como la savia, que siempre corre por el interior del árbol, pero necesita nuevos brotes que renueven sus formas de presencia o hagan más lozana y frondosa su misión. El Adviento es el tiempo del cambio, de la renovación, de la conversión, en el que aparece la invitación a la poda personal y comunitaria.
J. ALEGRE ARAGÜES
DABAR 1989, 2